
Los seres humanos somos seres sociales y, como tales, necesitamos relacionarnos y establecer vínculos afectivos con otras personas. De todos los vínculos posibles, el de la pareja es el más importante, porque de su funcionamiento –bueno vs. malo- dependen en gran medida muchas áreas de nuestra vida (salud, relaciones sociales, trabajo, familia, etc.). Por este motivo, es importante trabajar los conflictos y diferencias que impidan el buen funcionamiento de la convivencia. La terapia de pareja está dirigida a solucionar dichos conflictos y a reforzar los aspectos positivos de la relación.
Los conflictos más comunes en la pareja tienen como base las dificultades en la comunicación y la falta de aceptación de las peculiaridades del otro, aunque es muy frecuente que también acudan a consulta por problemas derivados de un desequilibrio de poder, insatisfacción sexual, infidelidad, celos, dependencia emocional, falta de cooperación, etc.
En las primeras sesiones, la terapeuta analiza cuáles son los problemas que les han llevado a solicitar ayuda profesional, el tipo de relación que mantienen, las soluciones que se han puesto en práctica hasta el momento y, especialmente, cuáles son las necesidades y deseos de cambio de cada uno. Una vez identificados los objetivos y planificado el tratamiento, se trabaja para dotar a cada miembro de la pareja de las habilidades necesarias (de comunicación, de resolución de conflictos, etc.) para conseguir esos cambios. Las sesiones generalmente son conjuntas (con un tiempo individual y un tiempo común), aunque en ocasiones puede ser conveniente intervenir previamente ciertos aspectos de forma individual.
